A la hora de diseñar o renovar una cocina, la elección de los materiales para los frentes de los muebles es una de las decisiones más importantes. Dos de las opciones más populares y demandadas en el mercado son el acabado lacado y el acabado laminado. Ambas ofrecen estéticas atractivas y funcionalidades diversas, pero presentan diferencias clave en cuanto a durabilidad, mantenimiento, precio y aspecto visual. Para propietarios y gestores de alojamientos turísticos, comprender estas diferencias es fundamental para seleccionar la opción que mejor se adapte a sus necesidades de uso intensivo, estética y presupuesto.
Este artículo te guiará a través de las características, ventajas y desventajas de cada tipo de acabado, para que puedas tomar una decisión informada y crear una cocina que sea tanto funcional como estéticamente atractiva para tus huéspedes.
El acabado lacado se refiere a un proceso de pintura que se aplica sobre tableros de MDF (tablero de fibra de densidad media). Este proceso, generalmente realizado en varias capas, proporciona un acabado liso, uniforme y de alto brillo o mate, dependiendo de la preferencia. La cocina lacada es sinónimo de sofisticación y modernidad.
El acabado laminado se crea mediante la superposición de capas de papel o material sintético impregnados de resinas y prensados a alta presión y temperatura sobre un tablero (generalmente aglomerado o MDF). El resultado es una superficie resistente, duradera y versátil, capaz de imitar una amplia gama de texturas y colores, desde maderas hasta piedras o diseños lisos. Las cocinas modernas a menudo incorporan este material por su practicidad.
El laminado es generalmente superior en resistencia a arañazos, golpes y decoloración, lo que lo convierte en una opción más robusta para cocinas de uso frecuente, como las de alquiler turístico.
El lacado ofrece una elegancia y un acabado de alta gama que el laminado, aunque versátil, rara vez iguala, especialmente en acabados de alto brillo. Sin embargo, el laminado ofrece una gama de texturas y acabados (como imitaciones de madera) que pueden aportar calidez.
Ambos son relativamente fáciles de limpiar, pero el laminado es más indulgente con el uso diario y las pequeñas abrasiones. Las cocinas lacadas, especialmente en brillo, pueden mostrar más fácilmente marcas de dedos y arañazos.
Las cocinas laminadas suelen ser más económicas que las lacadas, lo que las convierte en una opción rentable para presupuestos ajustados o para proyectos donde se busca optimizar la inversión sin sacrificar excesivamente la calidad y durabilidad.
Las reparaciones en laminados dañados son complicadas y a menudo requieren la sustitución completa de la pieza. Los lacados, en ciertos casos, pueden ser lijados y repintados, especialmente si el daño es superficial.
Independientemente del acabado elegido, es crucial optar por herrajes de alta calidad y un buen diseño interior. Para cocinas de apartamentos, por ejemplo, las cocinas para apartamentos deben ser funcionales y resistentes. Las soluciones como los tiradores ocultos (por ejemplo, el tirador Gola o uñero) o los sistemas de cocinas sin tiradores pueden mejorar tanto la estética como la practicidad, minimizando los elementos que puedan engancharse o dañarse.
La elección entre una cocina lacada y una laminada dependerá de tu presupuesto, el nivel de uso esperado, el estilo de diseño deseado y tu tolerancia al riesgo de daños y costes de reparación. Mientras que el lacado ofrece una estética superior y un acabado de lujo, el laminado destaca por su durabilidad, resistencia y una excelente relación calidad-precio, haciéndolo a menudo la opción más sensata para entornos de alto tránsito como los alojamientos turísticos. Evalúa tus prioridades cuidadosamente para tomar la decisión que mejor beneficie a tu propiedad y a tus huéspedes.